Si te digo no me hables, no me hables. Si te pido un momento de silencio para… Para mí, loco, para mí: para no gritarte ni amarrarte a un poste de madera seca con una inscripción grabada debajo, en un letrero luminoso y llamativo, que diga “tenía razón yo” y encender la hoguera. Si te pido que no me hables, por favor, no me hables. Concédeme un minuto y ese mismo minuto, aprovéchalo para pensar en porque te lo estoy pidiendo o para bajar un cambio. En una de esas te das cuenta de que pidiéndote un minuto de silencio y solo un minuto de no me hables (o cinco, o diez) es una manera de demostrar el trabajo que estoy haciéndome. Sí, estoy trabajando en mi misma, en ser un poquito más civilizada y no mandarte a la mierda como primera opción. Soy principiante te aviso, puede fallar, pero hay que trabajarlo todos los días y es lo que estoy haciendo. Yo estoy segura de que tenía razón en enojarme tanto, tan segura como para mandarte a la mierda, o llegar al trabajo y escribir cuatro páginas eternas de porqué vos estuviste mal fundamentando tu inmadurez o… o simplemente escribir del episodio y pasar ese detalle por alto, o simplemente escribir de otra cosa, o simplemente, pedirte que no me hables, respirar y bajarme del auto.
How happy is the blameless vestal’s lot! The world forgetting, by the world forgot. Eternal sunshine of the spotless mind! Each pray’r accepted, and each wish resign’d.
lunes, 28 de mayo de 2018
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3 comentarios:
¡Qué placer leerte!
Querido Jorge, solo se me ocurre decirte, sos lo más. Gracias
Me alegra mucho que hayas vuelto, Aldana. Que tengas un lindo día.
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