Insondable


Una vez sentí que estaba por caer de una montaña. Arriba la brisa era tan fresca, tan dulce, la sensación de libertad más grande que tuve y también, la más absurda. Porque ahí nomás, al borde, estaba lo desconocido y ese miedo insondable por sobre todas las cosas a quivocarme. Junto a mi yacía un chico enamorado, adulandome y poniendo su amor por mi sobre todo. Fantasemos casarnos ese año, hacia dos o tres meses nomás que estabamos juntos. El tiempo se decantaba como lluvia contra las ventanas y nunca alcanzabamos a ver el sol. Lo más importante era saber dónde ibamos a vivir y yo me dejaba llevar a caulquier lado. La casa seria antigua, alta, con pisos de madera y molduras por todos lados. El espacio estaría saturado de música, la risa de algun niñe y el ladrido de los perros de todas las razas que siempre quisimos tener: bulldog ingles, sabueso de san Huberto, scotish terrier, jack rusell, border collie, chow chow, rotwailer, golden retriever, mastín napólitano y basset hound. Las habitaciónes estarían bien separadas para tener siempre nuestra intimidad y la mesa del comedor tenia que ser bien grande para poder albergar a todos nuestros amigos. Los sueños nunca pueden verse mal...
Pero finalmente no lo hicimos y nunca más senti la brisa dulce, la libertad absoluta, el amor por todos los rincones de la habitación, solo ese miedo incontrolable de estar equivocandome siempre a cada respiro.

Algodón y azúcar

Él parece de algodón y azúcar,

Pero en el centro es una roca despiadada.

Él puede llenarte de amor,

Pero sus huecos insaciables

No te permitirán dominarlo jamás.

Y aunque se crea dominado

Nunca hará todo lo posible:

Siempre estará primero para sí.

 

Puede volverte loco,

Puede hacerte enloquecer.

Siempre se plantea la intención,

Nunca como lleva a cabo la acción.

 

Es dulce como el azúcar, pero traiciona sin más.

Es otras veces agrio, conmovedor y egoísta,

Pero lo último solo al tiempo lo sabrás.

Vive prisionero, sofocado,

Y quiere salir haciendo añicos la pared;

Esa construcción de sueños inalcanzables

Que el mundo preparo para él.

 

Puede volverte loco,

Puede hacerte enloquecer.

Siempre se plantea la intención,

Nunca como lleva a cabo la acción.

 

Alguien le dijo una vez "no juegues con fuego"

Pero no era él quien debía saberlo,

Sino todo el resto.

 

Soy un fuego que quema,

Soy un fuego que arde,

Soy un fuego que duele.

No te acerques a mí,

No se acerquen a mí.

 

Eviten la tontería de creer que son mis amigos,

Porque nadie puede serlo.

Eviten la desgarradora historia de creer

Que se casarían conmigo,

Porque nadie debe hacerlo.

Voy y vengo sin avisar,

No se detengan a contemplarme

Porque cuando el viento llame

No me podrán encontrar.

 

Puede volverte loco,

Puede hacerte enloquecer.

Siempre se plantea la intención,

Nunca como lleva a cabo la acción.

 

No te acerques a mí,

No se acerquen a mí.

Mi corazón parece de algodón y de azúcar,

Pero no es así.

El único punto rojo

Daniel no paraba de hablar, tranquilo, pero apenas se detenía a escuchar las preguntas que le hacían. Inmediatamente y con total seguridad, se precipitaba a responder. Él quería que la encuentren, a su mujer, que nos vayamos lo antes posible a continuar la búsqueda. Tenía una desazón inmensa en los ojos, la extrañaba. Hacía catorce años que estaban juntos, tenían dos hijos: uno de 11 y la nena de 7. Se estaban quedando de su abuela paterna porque su mamá no estaba para cuidarlos y su papá tomaba mucho últimamente. No la podían encontrar y estaba desesperado, no lo podía soportar. Ana Belén tenía recién cumplidos los 30 años cuando desapareció. Yo era el oficial a cargo de la investigación, en ese momento, mis hijos todavía eran chicos también y mi mujer se estaba por ir de casa. Después de tantas cosas, después del altar, de la familia que construimos, me dejaba. Ya me lo venía avisando y yo no le daba importancia. Por dentro, quería decirle a este hombre que no se ponga tan triste, que seguro lo había dejado por otro tipo, que no sea boludo. Las minas son así, se encuentran uno con plata que no se rompa el culo trabajando todos los días y dejan todo. A mí me daba lastima por los nenes, ¿qué culpa tenían pobrecitos?. Nunca voy a entender como una mujer puede dejar a dos chiquitos sin madre, ¿cómo no los va a querer?. Y además, una vez que los pariste te tenés que hacer cargo, no son perritos que los tiras en un descampado cuando crecen porque te mearon el piso de la cocina y listo, no… Así que yo iba, le hacía preguntas y salíamos después con los muchachos a preguntar por ahí, a continuar con la investigación. Los medios ya tenían su foto y la pasaban en el noticiero, en los diarios, en algún momento alguien la iba a ver y nos iba a avisar. Que hija de puta, pensaba yo, porque mi mujer se fue pero con los chicos. Yo me escapo para llevarlos a la escuela todos los días cuando salimos con el móvil pero ella está con ellos. Pobrecitos, Gastón y Tatiana se llaman los nenes de Daniel.


 Pasaron los meses, se habían encontrado cartitas de un tercero entre sus pertenencias así que no la buscábamos tanto. Pasaron un par de años y no la buscamos más, el marido ya no la lloraba, se había decidido a recomponer su vida y a olvidar. Pobre tipo… Los nenes estaban más con sus abuelos que los querían mucho así que también de a poco, fueron saliendo adelante, que va a ser. Y yo me terminé jubilando, teniendo nietos que no veo como me gustaría, juntándome con los muchachos y con alguna minita de vez en cuando. Agarro laburos de herrería que esta bueno porque me distrae y me deja unos mangos, estoy bastante satisfecho. Miro algo de tele  y ahora me enganché con una serie, por mis hijos viste que tanto me jodieron. Arranque un policial, son todos iguales igual.


 Un día me siento con dos de mis nietos que me los trajo la mamá porque no tenía con quien más dejarlos, a ver la tele y tomar unos mates. Me quedé helado mientras la periodista comunicaba la noticia: habían encontrado el cuerpo de una mujer en una casa comprada recientemente por una constructora para hacer un edificio. Cuando mostraron la cuadra y la zona, no tuve muchas dudas, yo no me olvido nunca de las calles por las que anduve haciendo operativos. Era la casa del tipo, ese que la mujer lo había abandonado y tenía dos nenes creo.


 Un único punto rojo quedó al descubierto cuando alcé mi pie izquierdo para retirarme de esa casa, solo que yo no lo vi. Un único punto rojo sangre, diminuto, evidencia suficiente para confirmar el asesinato de Ana Belén que yacía enterrada en el fondo de su patio. Los paredones de los vecinos de junto eran tan altos que ni ellos ni nadie pudieron haber visto a su marido enterrando el cuerpo. Pobre piba, la puta madre.


Fin.


Silencio

Si te digo no me hables, no me hables. Si te pido un momento de silencio para… Para mí, loco, para mí: para no gritarte ni amarrarte a un poste de madera seca con una inscripción grabada debajo, en un letrero luminoso y llamativo, que diga “tenía razón yo” y encender la hoguera. Si te pido que no me hables, por favor, no me hables. Concédeme un minuto y ese mismo minuto, aprovéchalo para pensar en porque te lo estoy pidiendo o para bajar un cambio. En una de esas te das cuenta de que pidiéndote un minuto de silencio y solo un minuto de no me hables (o cinco, o diez) es una manera de demostrar el trabajo que estoy haciéndome. Sí, estoy trabajando en mi misma, en ser un poquito más civilizada y no mandarte a la mierda como primera opción. Soy principiante te aviso, puede fallar, pero hay que trabajarlo todos los días y es lo que estoy haciendo. Yo estoy segura de que tenía razón en enojarme tanto, tan segura como para mandarte a la mierda, o llegar al trabajo y escribir cuatro páginas eternas de porqué vos estuviste mal fundamentando tu inmadurez o… o simplemente escribir del episodio y pasar ese detalle por alto, o simplemente escribir de otra cosa, o simplemente, pedirte que no me hables, respirar y bajarme del auto.

Intruso

No pertenezco a éste mundo, no pertenezco a este mundo, no pertenezco a este mundo, no pertenezco a este mundo, no pertenezco a este mundo - la frase se repetía una y otra vez en mi cabeza- no pertenezco a este mundo, no pertenezco a este mundo- pensaba en el mundo, en las otras personas que viven en el y sentía un poco de culpa, además de estar totalmente desorientada- ¿por qué soy tan mala?, ¿Por qué soy tan mala? ¿Por qué...? - pero en el fondo no me creo que así lo sea, que sea tan mala como parece que soy o como me han dicho que soy. Lo que pasa es que soy de otro mundo y a ellos (a los que les pertenece este mundo donde estoy ahora) todo lo que yo hago, cómo lo hago y porque lo hago, les cae muy mal. Y pasé tanto tiempo en este mundo que a veces me olvido que no son como yo y me siento mal, me culpo a mí misma cuando en realidad, son ellos los que están al revés: viven en un planeta plano que se les dio vuelta y quedaron patas para arriba, ¿cómo van a estar bien entonces así?.

Nuevo mundo

Los árboles besados de verde, pintados todos de verde. Y verde era la luz que los atravesaba, verde era el suelo del que salían, el verdín que cubría las rocas debajo del agua, que también se veía verde. Verde las montañas, los insectos y algunos pequeños animales que se confundían con el verde que los rodeaba. Verdes también las aves, los loros y los cocodrilos. Verdes y de otros colores se vestían quienes habitaban el lugar y lo adornaban como a un pino navideño: monos, panteras, hipopótamos, elefantes, y flamencos galantes. También había mujeres y niños y niñas, todos viviendo en paz y armonía. Y verdes las hojas sobre las que ellos servían la comida y bebían agua luego de las lluvias. Y morenas las pieles bronceadas de sol puro y verdes sus ojos, verdes sus ropas y verdes los pañuelos con los que cubrían sus cuellos.

Inconsistente




 Sé que algún día tendré la valentía suficiente para declararme culpable. Mientras tanto, la vida transcurre como un instante vacío y deprimente que se repite y extiende desde un principio, sin fin. No sé qué edad tendré, cuántos hijos o si habrá nietos. Tampoco si a mi lado estará mi persona o un vasto lugar vacío, polvoriento y desalineado, perfumado de su ausencia o de la presencia estremecedora de alguien más. Las madrugadas en el páramo son frías, la niebla empapa los suelos y el agua muerta congela el alma. Cuando brilla alguna luz parece un sueño laminado donde debajo, se oculta la vil perversión de este lugar, del que nunca jamás se puede salir. No hay muchas rocas ni lugares para esconderse: estamos casi totalmente desamparados ante las sombras del mal y los demonios del infierno… Y de ahí arriba, del cielo, solo cae la niebla podrida.


Yo me pregunto: la gente que cuando lee no entiende nada, ¿Entenderá lo que escribe cuando escribe?. Con cuánto brío descubren su exigüidad de cultura, de intelecto...