sábado, 19 de septiembre de 2009

Mates y algo más: capítulo 3

Salió con las chicas. Llevaba puesta su pollera “de la suerte”, unos stiletos rojos y una remerita de modal del mismo color. Fueron a Siddhartha, como de costumbre, y el di jockey, ese vecino de tantos años las hizo entrar gratis. Pasaron primero por la barra, ella pidió un Fernet, dos porrones de cerveza y un speed con vodka. Mientras les alcanzaba los tragos a sus amigas, se fijo en el chico de la baqueta de la punta. Un rubio de ojos claros con camisa negra y jeans que tomaba un whiskey sin sacarle los ojos de encima. Ella sonrió sin abrir la boca y regresó con sus amigas par air a la pista de baile. Enseguida sonó su canción y entre las cuatro bailaron en círculo “A little respect”. Su grupo aplaudía mientras ella movía sensualmente las caderas e instintivamente dirijió su mirada a la barra: alguien seguía sin sacarle los ojos de encima. Siguió bailando y bebiendo una Warsteiner cuando dos de sus compañeras fueron al baño. Esa noche el boliche estaba lleno, quizás había unos cuantos conocidos pero no estaba haciendo and amalo como para llamar la atención.
Por la mañana recibió un agradable llamado y a su vez, una invitación que aceptó con gusto. Cuando colgó el teléfono se cuestionó un poco, fue al baño para hacer pis y sintió un dolor agudo en su vagina. Se miró entre las piernas con un espejo y descubrió que la irritación que venía molestándola desde hacía unas semanas, seguía.
-Soy entonces-se dijo- alérgica.
Esperó a la noche con ansias. A eso de las 7 de la tarde se baño, eligió cuidadosamente su ropa interior, se puso un vestido de algodón negro, unas sandalias de buen taco, se lancho el pelo, sacó su botellita importada de Paco Raban del ropero y luego de maquillarse un poco y perfumarse, se puso su camperita de cuero violeta y pidió un taxi par air a su cita. Eran ya las nueve y media.

Pasaron tres horas más hasta que las chicas terminaron de irse. Eran ya como las cuatro de la mañana. Agarró su celular para programar el despertador y por una extraña curiosidad, abrió el calendario.
-Martes tres, miércoles cuatro, jueves cinco, viernes seis. Sábado 7…cuatro días nada más.
Lo dejó en la mesita de luz y se acostó en su cama de dos plazas con una melancólica sonrisa mientras pensaba:
-Como extraño a Franco…

Consiguieron un sillón libre y se sentaron. Las chicas volvieron y fumaron unos cigarros. Al rato ella y una amiga fueron al baño, esquivando gente mientras bebía de su pequeña botella porque no quería hacerlo luego de llegar. En eso va a dejarla sobre una mesa vacía cuando alguien la empuja, haciéndosela tirar.
-Discúlpame, no te vi.
-No no, está bien. Ya la había terminado- dijo mientras se levantaba del suelo, donde
La botella había desaparecido. Cuando alcanza a ver quién fue el imbécil q la tiro, se queda en pausa.
-Si querés te invito a tomar otra- era el rubio de la barra
-no gracias, me espera mi amiga- y sin decir nada mas se fue al baño
-¿Dónde estabas boluda? Te perdí en el camino.
-Un flaco me empujo y me caí
-¿Estás bien?
-si, no me paso nada, pero me re quede…
-¿Con que?
-Con el chabón ese, me encanto
-¿Si?, ¿Cómo era?
-Rubio de ojos claros, muy bonito
-Jajá, mostrámelo cuando volvamos! A ver si me da bola. Últimamente no encuentro nada como la gente y los chicos lindos están todos de novios. El resto son todos borrachos
-Olvídate, yo lo vi primera. A demás, me invito a tomar algo
-¿Y pensas ir?
-Si, ¿Por qué no?

1 comentario:

Xaj dijo...

Hay algunos hombres buenos y pocas mujeres solas, dice el calamar en los ro`.

Esos torbellinos de piel en lugares a media bombita, si, botellas, empujones e ilusiones varias.

Saluditos.

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 Hola, tanto tiempo… Ya era hora de que vinieras a rescatarme, de que vuelvas a apoderarte de mí. La condición que me aflige es fuerte, cada...