¿Alguna vez te teletransportaste?
—No.
—Pero ni siquiera al pasado?.
—Por supuesto que no, es imposible tele transportarse! Me preguntas como si lo hubieses hecho...
—Bueno es que de hecho, lo hice.
—Fantasmadas.
—Fantasmadas no, fantasías.
—¿Y qué es una fantasía?
—Es el momento de plenitud del hombre realizado, el éxtasis puro, el bien o el mal en su mayor expresión. Algo que se respira con todos los sentidos y se transpira, también.
—Ah! ¿Como cuándo te tocas pensando en una chica?
—Exácto! Algo que viene con fuerza pero no solo es sexual... También podés fantasear con que estas haciendo correr tus dedos por un piano de cola y sentirte Beethoven.
—Eso también me suena a sexual, lo de correr con los dedos... La música en si tiene mucha sexualidad.
—Para vos TODO es sexual.
—Bueno, para bajar de tono, que pasa con los sueños?
—¿Los sueños? Bueno, son otra cosa, algo más etéreo pero tangible... Es difícil de explicar. Al sueño hay que trabajarlo para no perderlo y con ellos, uno siente la necesidad de cumplirlos, ¿entendés?
—Más o menos.
—Un sueño es como un globo lleno de helio que llevamos siempre de nuestra mano pero, es tan ligero que a veces olvidamos que esta ahí y cuanto más alto esté, mas tenemos que tirar del hilo para alcanzarlo.
—No me gustan los globos. Bueno en realidad sí, pero siempre tengo miedo que se me revienten en la cara. Mejor volvamos con las chicas.
—¡Que las fantasías no son solo chicas!
—Y bueno pero quizás las mías si lo son.
—A ver, nunca fantaseaste con sentirte feliz en un momento y lugar determinados donde quizás ya estuviste pero sin sentirte de esa forma?
El amigo se detiene a pensar.
—¿Sin sexo?
—Sin sexo.
—Puede ser, si...
—¿Y anhelas esa fantasía que llevas con vos a todas partes bien pero bien guardada adentro tuyo? No como un globo que se vuela por las nubes a la vista de todo el mundo, como un secreto.
El amigo se sintió desnudo, descubierto, frágil.
—Si.
— Bueno, ¿y recordas bien ese lugar?
—Si.
—Y a veces, en silencio, ¿te metes en el?
—Si— el amigo volvió a hacer una pausa, cayéndose para adentro, dejando de estar en ese sitio de charla casual y comprometida, seria pero relajada, insignificante pero reveladora y luego volvió a hablar—.Me voy a esa esquina tranquila de mi viejo barrio, al paredón de ladrillo de vista, con las hojas de los árboles tamizando la luz del farol de la cuadra que comienza a encenderse a la vez que el sol le entrega el último beso al cielo del día. Estoy a punto de acabar ese giro de 90 grados cuando me enfrento de golpe con ella, que viene caminando con una de esas viejas bolsas de plástico rayadas en colores para hacer los mandados. Entonces la saludo con un abrazo bien fuerte y le cuento como me va en la vida, lo que me esta pasando en ese momento. Y mi abuela me escucha y me mira con esos ojos de mar calmo y me da consejos.
—Y bueno, ¿ves? Vos también podes tele transportarte
How happy is the blameless vestal’s lot! The world forgetting, by the world forgot. Eternal sunshine of the spotless mind! Each pray’r accepted, and each wish resign’d.
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